Reflexiones y apuntes

Recientemente tuve una conversación con un conocido que tengo por buena persona, generosa y solidaria. En medio de la plática apareció el tema de las "pateras" que llegan a Canarias repletas de inmigrantes de África Subsahariana. Lógicamente la conversación se giró a las causas de esa inmigración.

Para mi sorpresa, esta persona enarboló dos razones que impulsaban este fenómeno migratorio. Primero, que esos africanos son unos holgazanes que no quieren trabajar en su país y vienen a este a que los alimentemos, cuidemos y soportemos con el dinero que todos pagamos con los impuestos. Segundo, tienen hambre y pobreza porque con tales ciudadanos que no quieren trabajar, bajo gobiernos corruptos que se quedan con todas las ayudas que envía Europa y el mundo, los países de procedencia no pueden alcanzar un mínimo desarrollo.

Y así, con esas dos razones podemos resumir los dos grandes y recurridos tópicos sobre África Subsahariana, que nos impiden ver con más claridad y sin prejuicios los verdaderos problemas que aquejan a esa región.

He trabajado en algunos de esos países y se muy bien que no es legítimo tildar de holgazanes a personas que con su trabajo mal pagado y extremadamente duro construyeron grandes ciudades en África para que las disfrutaran sus colonos y patrones; a los que mantenían brillosas y bien cuidadas las mansiones de aquellos que los explotaban; a los que cuidaron y con frecuencia amamantaron a los hijos de los "señores blancos" para que éstos pudieran disfrutar de las delicias y amenidades del territorio, cazar, pescar. Se da ese calificativo a los que trabajaban para el colono en sus negocios o en las dependencias del gobierno colonial local, por más de 10 horas diarias por un mísero sueldo, para que esos negocios y dependencias funcionaran como relojes.

En la situación actual de deterioro, millones de africanos consumen mucho menos de 600 Kcal. por día, es decir, menos de la mitad de lo que pudiera ser un estricto régimen para adelgazar. Por no hablar de los pocos nutrientes de sus comidas, que originan defectos irreversibles tanto físicos como psíquicos. En esas condiciones llegan a Europa, con una astenia incontrolable producto de una infancia desnutrida y de un crecimiento desatendido. Eso aún no lo comprendemos bien.

Por otra parte, muchos de esos inmigrantes proceden del campo, de la selva, o de la ciudad en zonas marginales o con trabajos sin calificación. De pronto se enfrentan en Europa con un puesto de trabajo "humanizado", con herramientas inteligentes, con materiales novísimos, y se sienten tan deslumbrados que se los ve torpes e indecisos, tal y como les ocurría en su día al campesino siciliano cuando llegaba a Nueva York, o al canario a La Habana, o al gallego a Buenos Aires: totalmente absortos con las maravillas que veían por primera vez.

Pero el tópico los califica como holgazanes y con ese sello quedan endilgados a todos los efectos.

Sobre la corrupción de los gobernantes africanos, claro que muchos son corruptos, porque no quiero pecar al decir que constituyen la mayoría. Pero para que haya un corrupto tiene que existir un corruptor. No pretendo justificar algo que realmente es un gran problema actual para el desarrollo de África y que origina suspicacias de todo tipo a la hora de brindar ayudas económicas.

En este sentido, Transparency International, esa organización global que lucha contra la corrupción, ha sido clara en sus cifras: los países más ricos son los que tienen los índices que más delatan su acción corruptora.

Cabe preguntar cómo han logrado los países más ricos poseer los mayores y mejores recursos naturales de África después del proceso de descolonización e indepencia. Los más crueles y despiadados dictadores africanos han llegado al poder con el respaldo de los paíeses ricos y/o de las grandes compañías transnacionales. Mobuto, Amin Dada, Bokassa-Dacko-Kolingba, son destacados ejemplos de ello.

Detrás de las cruentas guerras civiles, están los intereses de muchos gobiernos occidentales y grandes compañías, y también los grandes intereses hegemónicos de la desaparecida Unión Soviética y de la hoy afanosa República Popular China.

Todo tiene su historia y sus antecedentes. Estamos hoy recogiendo los desechos de la labor devastadora que durante varios siglos el mundo "civilizado" ha realizado en el África Subsahariana. Aunque no lo queramos, somos víctimas del reclamo de la historia, que nos pasa factura coincidiendo con los días en los que el terrorismo, el cambio climático, la confrontación de dos civilizaciones, y la globalización de la desigualdad, se unen para hacer más difícil la convivencia en este mundo que tenemos para todos.